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Ninguna novedad: Trump se alinea con el sionismo

Por si había alguna duda al respecto, el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ya se ha transparentado como un renovado respaldo incondicional a las políticas sionistas. Su gobierno ya ha comenzado a desmontar las restricciones que frenaban el uso de armamento pesado en Gaza, suspendidas por Joe Biden debido al alto número de víctimas civiles en los ataques israelíes, lo que garantiza a Israel una capacidad bélica prácticamente ilimitada y evidencia un desinterés total por las consecuencias humanitarias.


Pero lo más alarmante ha sido la propuesta de Trump de “limpiar” Gaza, desplazando a más de un millón y medio de personas hacia Egipto y Jordania. Este eufemismo para lo que sería una limpieza étnica se presenta con una frialdad abrumadora, ignorando deliberadamente las implicaciones de forzar a la población gazatí al exilio masivo y perpetuar su sufrimiento.


El apoyo de Trump a Israel no sorprende. En su mandato anterior defendió los asentamientos judíos ilegales en Cisjordania, legitimó la reivindicación israelí de los Altos del Golán y presentó un plan de paz que entregaba prácticamente toda Jerusalén a Israel, dejando a los palestinos solo un suburbio pobre de la ciudad.


En paralelo, Trump ha eliminado las sanciones contra los colonos extremistas en Cisjordania, una medida que envalentona aún más la violencia de estos grupos contra aldeas palestinas. La permisividad del gobierno israelí con estas acciones refleja la estrecha conexión entre los colonos y los sectores más radicales del gabinete israelí, ahora respaldados por Washington.


La violencia no se limita a los colonos. En Cisjordania, el ejército israelí lanzó una operación en Jenin, con la aparente intención de calmar a los sectores de extrema derecha que demandan mayor control sobre la región. Estas operaciones, lejos de buscar seguridad, son parte de una estrategia de consolidación territorial que elimina cualquier posibilidad de autodeterminación para los palestinos.


Trump ha ido más allá al restaurar sanciones contra la Corte Penal Internacional, protegiendo a figuras como el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su ex ministro de Defensa Yoav Gallant de las acusaciones de crímenes de guerra. Esto envía un mensaje claro: no solo apoyará a Israel militarmente, sino que blindará a sus líderes jurídicamente frente a cualquier intento de justicia internacional.


Como si fuera poco, la decisión de suspender por 90 días toda ayuda exterior de Estados Unidos ha golpeado de lleno a los palestinos, quienes dependen de este financiamiento para proyectos humanitarios esenciales. En Gaza, donde más de dos millones de personas necesitan asistencia urgente, la medida solo agrava la crisis humanitaria.


Las declaraciones de Trump no dejan lugar a dudas sobre su visión de la región. Al referirse a Gaza, la describió como una “ubicación fenomenal” con potencial inmobiliario, sin mostrar el menor interés en la tragedia que viven sus habitantes. Al margen de su alineamiento ciego al sionismo, lo único que le importa de la región son los negocios inmobiliarios. Su falta de voluntad para apoyar la reconstrucción de la franja, combinada con su respaldo total a las facciones más extremas de Israel, anuncia un futuro aún más sombrío para los derechos palestinos.


Este nuevo capítulo de alineamiento entre Washington y las políticas expansionistas de Israel subraya la urgencia de construir un movimiento internacional que defienda los derechos del pueblo palestino frente a la deshumanización y la injusticia.

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