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Putín en Corea del Norte: postal decadente de dos sátrapas en apuros

La reciente visita del presidente ruso Vladímir Putin a Corea del Norte para reunirse con su par norcoreano Kim Jong-un ha suscitado preocupaciones a nivel internacional, en un contexto de tensiones geopolíticas y creciente aislamiento de ambos países en la escena global.


El encuentro ha sido visto por muchos como un intento desesperado de Rusia de fortalecer alianzas frente a las sanciones y presiones internacionales, además del intercambio de armamento. En lugar de buscar soluciones pacíficas y constructivas para sus respectivos conflictos, ambos líderes parecen centrarse en consolidar sus regímenes autoritarios.


La visita incluyó una serie de eventos ceremoniales y militares que reflejaron la naturaleza autocrática de ambos gobiernos. Desfiles militares y procesiones grandiosas fueron utilizados para proyectar una imagen de poder, mientras que las conversaciones se llevaron a cabo en un ambiente de opulencia que contrasta fuertemente con la realidad económica y social de la población de ambos países.


Uno de los puntos salientes de esta visita fue la firma de un Tratado de Asociación Estratégica Integral, que incluye cláusulas de asistencia mutua en caso de agresión. Putin y Kim hablaron de la creación de un "nuevo mundo multipolar" y destacaron su oposición a lo que consideran "la hegemonía de Occidente".


Desde luego, este encuentro nada aporta al viraje de 180º grados que debe dar el planeta con temas acuciantes como los genocidios en curso, la hambruna, la crisis crisis migratotria, climática y otros, todos derivados del sistema mundial vigente, sino que parece haber sido un ejercicio de propaganda y fortalecimiento de regímenes autoritarios y anacrónicos.


Muchos espacios que se consideran de izquierda "compran" esta "multipolaridad" y la celebran como un desafío a la hegemonía "occidental", en particular de los Estados Unidos, sin embargo, estos gobiernos autocráticos se rigen por los mismos principios: el nacionalismo, la ambición imperialista, el afán de perpetuarse en el poder y demás. La salida no es aferrándose a estos sátrapas que supuestamente vienen a liderar el "sur global", si no recomponer desde las bases todo el orden establecido sobre otro modelo de producción y distribución, nuevos principios y fundamentos solidarios y humanitarios, lo que no se logrará abrazando a los Biden, los Netanyahu y los Macron del Mundo, desde ya, pero sin dudas tampoco lo hará con los Putin, Xi Jinping o Kim Jong-un.

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