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República Dominicana: a dónde va el gobierno de Abinader

Luis Abinader, economista y empresario, asumió la presidencia de la República Dominicana en 2020 tras varios intentos fallidos. Representante del Partido Revolucionario Moderno (PRM), un espacio de centroderecha, ese año llegó al poder tras ganar las elecciones con un 52 por ciento de los votos, marcando el fin de 16 años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), de centroizquierda. Su victoria fue vista como un cambio significativo en el panorama político dominicano, prometiendo combatir la corrupción, un gobierno transparente, moderno, democrático y orientado al desarrollo. En mayo de este año fue reelecto obteniendo una victoria contundente en primera vuelta con el 58 por ciento. No obstante, lejos de las promesas, sus políticas son un continuismo del beneficio a las élites y mantienen estructuras conservadoras, misóginas y retrógradas, y estaría reforzando además un sistema autoritario y excluyente.


Abinader es conocido por su apodo "tayota", un fruto insípido, reflejando las críticas iniciales sobre su supuesta falta de carisma. Sin embargo, ha logrado transformar su imagen y consolidarse como un político ambicioso y combativo.


En el ámbito internacional, ha adoptado una postura de entreguismo, alineándose con intereses extranjeros y siguiendo dictados estadounidenses. Un punto de controversia significativo ha sido su apoyo a la idea de una ocupación en Haití, un planteamiento que ha generado fuertes críticas tanto a nivel local como internacional.


La colaboración de Abinader en iniciativas impulsadas por el presidente argentino Javier Milei, exponente de la derecha extrema, así como su posición en la reunión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para cuestionar los resultados de las elecciones en Venezuela, refuerzan la percepción de su inclinación hacia políticas autoritarias.


Su gobierno se suma a un grupo de líderes en América Latina que parecen estar trabajando para fortalecer la derecha en la región, como los de Argentina, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay.


Sus críticos más férreos están en el ala progresista del país, destacando que gestiona el país como si fuese su empresa . No obstante, según encuestas goza de una amplia aprobación entre la población. .


Su discurso eminentemente económico y la percepción de que presuntamente los dominicanos han visto mejorada su condición serían parte de la explicación. Además, es visto como "un hombre de palabra" y "cercano a la gente".


Sin embargo, una serie de contradicciones entre su discurso democrático y sus acciones marcan dinámicas autoritarias y excluyentes.

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